¿Cómo vivir más tiempo?

Este mediodía empiezo una nueva sección en el programa Balears fa Ciència, de IB3Radio, que hemos titulado «Neurohistòries». Se trata de divulgar aspectos del cerebro y el comportamiento humano, siempre desde una perspectiva cercana y entretenida. O al menos eso espero.

El tema del programa de hoy es la teoría de la relatividad. Me gusta porque el cerebro humano es especialista en valores relativos, y de hecho el propio Einstein explicaba la relatividad de forma sencilla con una cita parecida a esta:

Pon tu mano sobre una estufa caliente durante un minuto y te parecerá una hora. Pasa una hora con la persona que te gusta y te parecerá un minuto. Eso es relatividad.

Está claro que todos hemos experimentado algo parecido alguna vez pero ¿en qué situaciones sucede ese cambio en la percepción del tiempo? y, lo más importante, ¿por qué? ¿y qué tiene que ver con «vivir más»?

  1. Situaciones amenazantes. Por ejemplo, aquél accidente que hemos conseguido evitar (o no). Nos da la impresión de que el tiempo se ha ralentizado, como en las películas, permitiéndonos reaccionar en milésimas de segundo (o no). En realidad no tenemos superpoderes. Lo que parece suceder, según un estudio de Stetson y colaboradores (2007), es que el peligro obliga a nuestro cerebro a prestar más atención, y luego recordamos muchos más detalles de la experiencia.
  2. Situaciones divertidas. Lo mismo pasa cuando nos divertimos: dado que prestamos más atención, el tiempo parece pasar más despacio. Algo curioso, porque a menudo nos parece que el tiempo ha pasado más deprisa (como en la propia cita de Einstein). Lo que puede estar sucediendo aquí es, como apuntábamos antes, que el cerebro es especialista en valores relativos: lo que hace es comparar el tiempo de diversión con el tiempo de aburrimiento. ¿Y qué pasa cuando nos aburrimos? ¡Que prestamos más atención al tiempo! Por eso parece estirarse in aeternum. Otra posible explicación, menos intuitiva, proviene de los hallazgos de Sackett y colaboradores (2010): parece ser que cuando percibimos que el tiempo se acelera, creemos que nos estamos divirtiendo, y no al revés. Extraño, ¿verdad?
  3. Situaciones emocionales. Como veis, además de la atención, las emociones juegan un papel fundamental en la percepción del tiempo. En realidad, atención, emoción, percepción y los demás procesos psicológicos están íntimamente relacionados porque el cerebro funciona como un todo. Los investigadores Vohs y Schmeichel (2003) pusieron un trozo de una película a dos grupos de participantes. A uno de los grupos se le pidió que evitaran sentir cualquier emoción. Luego les preguntaron cuál era la duración del video y aquellos que habían intentado suprimir las emociones creían que el video había durado mucho más. Deberíamos recordarlo cuando intentamos suprimir emociones negativas, que dicho sea de paso, también «estiran» el tiempo (una situación triste parece no terminar nunca, pero aún se hará más eterna si intentamos no sentir la tristeza). Pensándolo bien, esa es la premisa de Inside Out.
  4. Situaciones «expertas» (la edad). Yo siempre lo digo, durante las vacaciones de Navidad del colegio me daba tiempo de leer dos libros, mirar una película casi cada día, pasarme algunos videojuegos, quedar con los amigos, hacer los deberes, escribir alguna historia o hacer alguna otra actividad artística y, por supuesto, cumplir con los compromisos familiares. En cambio las vacaciones de Navidad de la universidad, viene justo cumplir con los deberes académicos y las comilonas… Nada más, pocas reuniones con amigos (al margen de las comilonas), ni actividades creativas… ¡y olvídate de leer libros! En este caso probablemente tiene mucho que ver el aumento de responsabilidades que conlleva la edad, pero el estudio de Mangan y Bolinsky (1997) muestra que cuanto más mayores somos, más se nos «escapa» el tiempo, cerebralmente hablando. La atención vuelve a ser la principal sospechosa, en este caso relacionada con la memoria y la experiencia: cuando somos pequeños todo es nuevo, y por tanto prestamos más atención. Al crecer, incluso una situación nueva es probable que se parezca a muchas anteriores, por lo que nos acostumbramos a prestar, en general, menos atención. La vida parece pasar más deprisa.

Así que los famosos consejos de «aprende a disfrutar de los pequeños momentos», «como si fuera la primera vez», «los placeres de la vida», etc., podrían tener la clave para estirar nuestra percepción del tiempo que, en el fondo, es como estirar el tiempo en sí mismo. Sería como vivir más.

Si os interesan más situaciones y motivos por los que la mente estira o comprime el tiempo, por así decirlo, podéis consultar este interesante artículo de PsyBlog (en inglés). La ilusión del reloj parado, el cansancio, los estados alterados de consciencia, la temperatura e incluso la personalidad, pueden modificar nuestra percepción del tiempo. Incluso hay una forma muy poco intuitiva de combatir la sensación de que tenemos poco tiempo: dedicar tiempo a otras personas. Supongo que esa es la explicación de que las personas más ocupadas sigan diciendo que sí a las propuestas de sus amigos y conocidos.

En cualquier caso, según la física el tiempo es relativo, y como hemos visto, según nuestro cerebro también. Aprovechémoslo.

A continuación el audio de la sección «Neurohistòries» del programa de radio Balears fa Ciència (en catalán) – 12 de septiembre de 2015